Síndrome de Tourette: cómo afecta al alumno

El síndrome de Gilles de la Tourette, más conocido como el síndrome de Tourette, es un trastorno neurológico que se manifiesta antes de los 18 años. Se caracteriza por movimientos musculares y sonidos repentinos y repetitivos conocidos como tics.

A este síndrome se le asocian dos tipos de tics:

  1. Motores. Movimientos incontrolables como muecas, pestañeo, encogimiento de hombros o sacudidas de cabeza.
  2. Vocales. Aclararse la garganta, murmurar, aspirar por la nariz.

A su vez, estos tics los podemos dividir en simples y complejos.

  • Simples. En el caso de los motores, solo interviene un grupo muscular. Los tics vocales simples son los ya mencionados.
  • Complejos. Los motores involucran varios grupos musculares. Por ejemplo, tocar a una persona de forma reiterada o hacer lo propio con una parte del propio cuerpo. En ciertas ocasiones, estas personas pueden autolesionarse. Una de las situaciones habituales es golpearse la cabeza varias veces. Por otro lado, los tics vocales complejos incluyen gritos, ecolalia (repetir palabras de otra persona) o decir palabrotas de manera involuntaria (coprolalia).

En ocasiones, los niños pueden controlar estos tics, pero si tienen un alto nivel de estrés les resulta imposible acumular tanta tensión y necesitan liberarla. Si esto les sucede en clase, les resultará complicado atender al profesor mientras se concentran para controlar el tic. Del mismo modo, se les dificulta mantener una conversación y algunas personas pueden confundirlo con autismo.

Causas del síndrome de Tourette

Los trastornos de neurodesarrollo suelen tener causas desconocidas, pero ciertas investigaciones apuntan a un cambio en el cerebro y a la forma en que se comunican las células nerviosas. Puede deberse a un desequilibrio en los neurotransmisores como dopamina o serotonina, entre otros, que desempeñan un papel principal.

Por otro lado, la genética también es importante. De hecho, en familiares de primer grado la incidencia puede ser de hasta un 20 %. Asimismo, los factores ambientales también hay que tenerlos en cuenta.

Los niños que presentan tics tienen una mayor predisposición a tener otros trastornos de conducta como el TDAH o TOC (trastorno obsesivo compulsivo).

Para poder diagnosticar el síndrome de Tourette, el niño ha de presentar durante, al menos, un año diferentes tics motores y uno vocal. Estos síntomas suelen darse a una edad temprana, durante la primera infancia, y se han de consultar con el pediatra. Así, en algunos casos se considera derivar a un especialista para que realice un diagnóstico y analice y supervise el tic, la duración, la intensidad y la frecuencia.

Tratamiento del síndrome de Tourette

Una vez que se tiene un diagnóstico, es necesario seguir un tratamiento, como en cualquier otro trastorno, pues la situación puede resultar incapacitante para quien lo sufre. Este suele ser una combinación de fármacos que incidan en la sintomatología y un tratamiento de psicología cognitiva y conductual. En este tratamiento se utilizan terapias psicológicas como las técnicas de inversión del hábito, relajación o automonitorización. 

Sin duda, lo que mejor resultado ha dado hasta la fecha es un tratamiento global vinculado a la orientación cognitivo conductual. De este modo, se enseña a la persona a compensar los tics, gestionarlos, evitarlos, retrasarlos… Aunque el tic o los tics sean permanentes, puede reducirse la sintomatología.

El alumno con síndrome de Tourette

Durante la etapa escolar, los niños son más vulnerables a los ataques externos y, si a esto se le añade el sentirse observado por un trastorno, la autoestima es cada vez menor. El síndrome de Tourette no suele llevar asociados dificultades o problemas de aprendizaje, pues sus capacidades son las mismas que las de otros alumnos. No obstante, en ciertas ocasiones sí es necesario una educación especial.

Hablamos, por ejemplo, de flexibilizar los tiempos académicos para exámenes y otras tareas que se deban realizar en el aula o en clase. Disponer de un espacio físico donde puedan descargar los tics en momentos de tensión o facilitar que puedan abandonar la clase en un momento puntual.

Estos niños necesitan participar en todas las actividades dentro y fuera del aula con el apoyo y la ayuda de sus educadores.

¿Cuál es la perspectiva para los niños con síndrome de Tourette?

Los niños que padecen síndrome de Tourette pueden tener una vida productiva y normal, pues este trastorno no afecta a su esperanza de vida. 

De hecho, aproximadamente el 30 % de los niños que tienen el síndrome de Tourette mejoran durante la adolescencia y en su vida adulta. No obstante, otro 30 % mantendrá sus tics durante estas etapas, y solo un 33 % empeorará. De este último porcentaje, solo entre un 2 y un 5 % necesitará un cierto apoyo a lo largo de su vida.

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